Gabriel García Moreno es una de las figuras fundamentales de la historia ecuatoriana. Constituye el más grande estadista del siglo XIX, habiendo salvado la república durante la crisis de 1859-1860. Luego, como presidente, racionalizó y modernizó la administración pública, saneó el fisco, luchó contra el militarismo y el anarquismo, impulsó la educación en todos los niveles, desplegó una importante obra pública, todo con miras a hacer del Ecuador un país desarrollado. Al mismo tiempo fue un católico militante, también en su actuación pública, en la línea del ultramontanismo. Su pensamiento y actuar le granjearon –y le siguen granjeando– adeptos y detractores. Gabriel García Moreno fue, como Benjamín Carrión lo definiera, «un personaje excepcional, el más resueltamente excepcional de la historia ecuatoriana durante la república».En 1875, tras culminar su segundo mandato, García Moreno convocó a elecciones y fue elegido para un tercer gobierno. Sin embargo, el 6 de agosto de ese mismo año, antes de tomar posesión del nuevo periodo, fue asesinado por un grupo de liberales a las puertas del Palacio Presidencial.